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Reclutamiento en nuestra experiencia....

Inicié mi carrera profesional en una tienda departamental en donde se contrataba al personal de la tienda en base a su presencia y color de piel. La ausencia de tatuajes, manchas, verrugas en la piel y por supuesto impensable contratar a una chica embarazada. Estaba prohibido contratar Testigos de Jehová y personas que vivieran en unión libre, me convertí en casamentera e hice feliz seguramente a muchas mujeres que ni se imaginan por qué después de tantos años de feliz amasiato les pidieron matrimonio.


Existía una práctica conocida por todos en la organización en la que la persona encargada de relaciones laborales visitaba las tiendas buscando a las “panzonas” para liquidarlas porque no era redituable para ellos en ese entonces pagar incapacidades por embarazo.


Hoy felizmente me toca ver que esas prácticas van quedando en el pasado; la globalización y las redes sociales nos arrastran a adoptar prácticas similares a las de las plataformas de moda con modelos de raza negra con vitíligo y personas con tallas mayores a las de Twiggy en los años sesenta.


Ni hablar de la edad tope para participar en un proceso de selección que tenía un máximo de 30 años, contratamos con los parámetros erróneos para luego asombrarnos de la alta rotación y poca retención y apego a la marca.


Agradezco que gracias a la disciplina, valores y cultura en extremo estricta hoy soy lo que soy. Me formo como la profesional que hoy soy no pude haber escogido mejor escuela.


Hoy orgullosamente puedo “presumir” que formó parte, por elección, de un equipo de consultores con los que comparto el espíritu incansable de lograr que las organizaciones se dirijan a estar centradas en la persona y ¿cómo los ayudamos?

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